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25 mayo 2008

Vidas en Sueño - 19 (El fin de la belleza)




No habían pasado más de veinte minutos cuando Alicia observó desde su terraza cómo otra estrella se apagaba en el firmamento. Había pasado exactamente igual que con las anteriores; primero, un brillo algo más intenso del habitual, para segundos más tarde apagarse en el infinito del Cosmos. Se sentía fascinada, intrigada. No sabía si su vello estaba erizado por la suave brisa que circulaba, o por el espectáculo al que estaba asistiendo.

- Puede que sea una estrella fugaz - dijo Tomás, apenas sin convicción.
- Las estrellas fugaces se mueven, y ésta permanecía quieta. ¿No te has fijado?
- A lo mejor era un avión.
- Claro, un avión que no se mueve y se queda sin batería para las luces, ¿no? - ironizó ella.

Alicia y Tomás representaban las dos caras del razonamiento. Él, entusiasta y soñador. Ella, racional y metódica a más no poder. Y ese contrapunto se reflejaba en sus oficios, en sus formas de afrontar el día a día, en la forma de amarse, de hablar, incluso de dormir; mientras él dormía en una torsión imposible y sin gobierno alguno de su almohada, ella lo hacía boca arriba, con la sábana por encima del pecho y los brazos rectos. Eran dos polos opuestos unidos bajo el imán del respeto, el cariño y la comprensión.

Se quedaron en silencio varios minutos, sin despegar sus ojos del cielo repleto de estrellas, que con Luna nueva mostraba todo su esplendor. Tomás giró el cuello y sonriéndole, añadió a modo de conclusión:
- Pues entonces no queda otra. Esas estrellas se apagan porque sienten vergüenza de ser inferiores a tu belleza.
Consiguió una sonrisa, un beso, y el para nada despreciable título de "poetilla de tres al cuarto".

Aquel verano transcurría más lento de lo habitual. Estaba siendo muy caluroso, y el termómetro cada día subía un poco más. A Alicia y a Tomás les hubiera gustado seguir pensando que aquello era producto del cambio climático y de la capa de ozono, pero un tipo con traje oscuro y engominado, a través de un comunicado especial televisivo, les dejó claro el porqué: sin razón aparente, los astrónomos habían observado decenas de miles de estrellas apagarse, previamente incrementando éstas la irradación de energía doscientas veces por encima de lo normal. Y ahora le estaba ocurriendo al Sol. Se acababa la vida en el planeta Tierra, se acababa la civilización humana, y sus consecuencias. Caos.

Y fue en aquel momento, cuando Collin McFire, el terrible mensajero del comunicado televisivo, dejó de hablar, cuando Tomás cogió con cariño la mano de su chica. Y mirándole a los ojos, con lágrimas en los suyos, notando cómo su mano temblaba al mismo ritmo que la de ella, le dijo con voz entrecortada y una tímida sonrisa: "Cariño, no se puede ser tan guapa. Has avergonzado a medio Universo".

4 comentarios:

Ramón Villaplana dijo...

Amigo! me ha alegrado mucho saber de ti directamente después de tanto tiempo. Un fuerte abrazo.

Unknown dijo...

Después de una noticia trágica una hostoria de amor???
O tal vez a la ves...
Hay que ver como es eso de que los polos opuestos se atraen...
Un besote Zorro!!!

Anónimo dijo...

El relato es muy bonito, pero
faltó un detalle.. cuando ves pasar una estrella fugaz.. hay que pedir un deseo. Besos.
RCP

Unknown dijo...

Ramón crack!! cómo va todo? jejeje. A mí también me alegra verte por la Madriguera!! Por aquí todo como siempre, sin mucha variación.

RCT, gracias por tus palabras, y sí, las estrellas fugaces llevan implícito pedir un deseo :-D

Alba, van a la vez ambas historias jejeje. Me encanta que te encante, y me alegra ver que todos, post a post, seguís ahí, igual de forofos que el primer posteo... gracias chicos!!

Un abrazo!!