AUMENTA LA LETRA DEL BLOG PULSANDO LAS TECLAS "Ctrl" y "+" (O Ctrl y rueda del raton)

08 octubre 2007

Fórmula Rosa




Ayer domingo media España se emocionó, empezando por nuestros "amados" comentaristas forofos de Telecinco y acabando por el más ignorante de la materia. Lewis Hamilton había abandonado la carrera, y Fernando Alonso había quedado en segundo lugar, logrando superar el primer match ball del británico.

Lo deportivo quedó marcado con el regusto de haber visto una gran carrera de fórmula 1 (para mi gusto la mejor de toda esta temporada), repleta de adelantamientos, la mayoría de ellos agresivos y con gran riesgo, y con la emoción de llegar a la última carrera con tres pilotos aspirantes a ganar el mundial de pilotos: Fernando Alonso, Lewis Hamilton y Kimi Raikonen.

Lamentablemente nos ha tocado vivir una temporada bastante sucia, en cuanto a rumores verbeneros, declaraciones explosivas, acusaciones impropias, cacicadas desde el cielo, y postulaciones poco más que venenosas. La Fórmula 1 tiene un pringue de color rosa, del cual no se va a poder despegar en un tiempo, y que impide ver las cosas con objetividad y con la seriedad que este mundo se ha ganado durante décadas.

Un día nos despertamos conque Hamilton insulta a Fernando Alonso. Al día siguiente es el jefe de equipo, Ron Dennis, el que se desahoga. Y al siguiente un ex-piloto que ni pincha ni corta en todo aquello. Y al cabo de semanas y semanas han pasado por los periódicos declaraciones de todos, incluidos mecánicos, forofos, antiguas amantes, incluso del que se encarga de mover la bandera a cuadros. En mi opinión, lamentable.

Cierto es que en McLarén se respira, cada vez más, un ambiente de tensión entre pilotos y escudería. Cierto es que la sanción de pérdida de puntos para la escudería anglo-alemana ha hecho mucho daño. Cierto es que tener dos pilotos con gran talento crea problemas a largo plazo. Pero lo que no se puede es llenar los periódicos con declaraciones y entrevistas tuertas a los implicados, como si de un programucho de cotilleos se tratara. Sólo falta ver a la Karmele comentando que Alonso escupe en la sopa de Ron Dennis, y que la semana que viene va a sacr una exclusiva con la hermana de Hamilton (si la tuviese).

Espero, deseo, y quiero que el "circo de la fórmula 1" se limpie de panfletos amarillentos y sucios, y que si se habla sea para agrandar este mundo, del que muchos disfrutamos.

Por cierto, dado el nivel de excitación que ha provocado Lewis Hamilton, su padre, el hermano en silla de ruedas, Lobato, Ron Denis, Alonso, su novia, la novia de Briatore (para no estar excitado con ésta), PM Flower, y un largo etcétera, os dejo un interesante enlace, en el que podréis poner a prueba la fuerza de vuestro chut, pateando el culo a un Hamilton disfrazada de señora mayor.

Disfrutadlo: Patead a Luisito

05 octubre 2007

Vidas en Sueño - 2 (Principio de nada)




El vaivén dentro de la cafetería Lugo es sorprendente. Sólo venía a tomarme un café, tranquilamente, y he de esperar cinco minutos para sentarme. Agobiada, saco una revista de la nada y me pongo a leer un artículo que me llama la atención: Soledad, ¿miedo o realidad? Cuando parece que empiezo a entenderlo todo, un señor doblado en dos por el peso de una foca, con pajarita y bombín, la cual en su hocico sujeta un conejo que ríe, se tropieza conmigo y la revista se cae en una taza de café.

- Mil perdones señorita, esta foca me está matando – se disculpa el señor, con rostro compungido
- Tranquilo, la culpa es mía por esperar.
- No se sienta culpable por esperar, siéntase culpable por no aprovechar. Mire, allí parece que alguien quiere compartir mesa con usted; mi conejo le guiará en el camino.

El señor se difumina entre el gentío, y el conejo me acompaña hasta la mesa. Mientras me acerco creo verte, pero no lo veo claro, demasiada gente. Llegamos a la mesa, y no eres tú, eres otra persona.

- Hijita mía, niñita, papito ha muerto, estamos solas, y yo siempre te querré, sabés que sí – aquella es mi madre, que me agarra con ternura la mano.


No cesa en su lloro. Me mira con miedo, para de nuevo hundir la cabeza entre sus brazos. Las lágrimas empiezan a encharcarlo todo, y no puedo evitar acompañarla en la tragedia. Nos abrazamos, nos volvemos a abrazar, golpeamos juntas la mesa, insultamos al destino. Un señor con gafas de culo de botella, con sombrero hecho de hojas de papel, y con un enorme porro en su boca se acerca con el objeto de atosigar: ¿qué te pasa? ¿qué te pasa? ¿qué te pasa?...

Le golpeo con impotencia a aquel pasmarote; a él y a sus presagios malévolos. Todo debería ser al revés, y mi padre debería estar pagando nuestros cafés en estos momentos, no bajo tierra con rostro rígido y regusto de muerte. Poco a poco todo cambia, y me veo sola en aquella cafetería, compartiendo un donut con la inquietud de saber que poco a poco doy un paso más al ocaso, que cada día pasado certifica que todo acabará, para mal o para peor.

Él no vino. Él no vendrá. Mi madre se fue. No hay trasiego en la cafetería. Todo acaba.

04 octubre 2007

Escapadita a El Escorial (de nuevo)




Realmente se echaba de menos. Su tranquilidad, su solemnidad de noche, sus motoristas eternamente enfadados con nosotros, incluso el frío que se sufre nada más ponerse el sol; todo ello se echaba de menos. Y es que dos años sin pisar aquella zona hace que la eches de menos.

Con motivo del cumpleaños de un amigo, y predeciendo cantidades absurdas de alcohol, un grupo de amigos nos fuimos al gran Camping del Escorial, un sitio al que presumo nunca nos cansaremos de ir, pues nos da lo que necesitamos. Fuimos este fin de semana pasada, justo cuando el otoño daba su primera bofetada de temperaturas bajas. No había demasiada gente, pero tampoco nos importaba; incluso mejor, menos colas en las duchas, más posibilidades de hacer ruidos, el poder mear sin atravesar medio camping,...

Hubo borracheras controladas, conversaciones de ultratumba, admiración por nuestros idolatrados pacific blue (que, ojito, ahora van en carricoche de golf), ingestas absurdas de cerveza en el bar, partidas cardiacas al ping pong y al futbolín, y sobre todo desconexión, mucha desconexión. Y lo mejor, el regusto de saber que todo aquello seguía tal y como la otra vez; cambian las compañías, cambian los climas, cambian todo, pero aquello sigue y transmite igual que el primer día.

Como colofón final os adjunto una frase lapidaria de las mías, escupida por la noche, poco después de introducirme en el saco de dormir, de ésas que dices en el fragor de una borrachera, o simplemente porque el frío, o la edad, o ambos atrofian tus neuronas. He aquí la joyita:

"La vida es del color que a mí me sale de las pelotas"