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14 diciembre 2009

Gafanhotos - 5 (Agua y espuma de jabón)




Agua caliente, espuma de jabón. Froto platos de diciembre con ojos cerrados. Espuma de jabón con agua caliente, escucho alrededor. Una radio canta, otro plato escurriendo agua de otoño, de domingo frío. Nudillos que aprietan el vaso, mis uñas que rallan el cristal que nunca fue espejo. Espuma que desborda, que confunde a mis ojos. Se queda inmóvil, hace memoria del calor. Ruge la radio. Agua, espuma, la bayeta se empapa. Suspiro al tenedor. Estropajo con quemazón, desgarra mis dedos, disfraza mi sangre de limpieza. Cojo más platos, los baño en espuma, lo atenazo, lo aprieto, como si fuese a partir en dos mis sueños; ¿o quizá son los dientes? Friego el pasado porque no tengo un futuro limpio, y diciembre nunca lo comprenderá. El locutor raspa los altavoces del vecindario. No me gusta la espuma que viola, el agua no ayuda, sólo canturrea.

Sartenes, dos platos, ningún tenedor, siete vasos tumbados, que apuntan al desagüe; fregadero que despeja sus dudas gélidas de otoño. Roña, frota roña, que nadie come de un plato sucio. Lucha con tu basura, gime, berrea, roe; ¡grite locutor! Observa tus manos que luchan con la espuma de jabón. Agua: limpia, caliente, cortina de seda que consuela. Aire del océano en mi casa. Mis labios están secos, friegan al sol. Chorro de grifo, sinfonía que relaja al compás de una canción. Contienda con unos cuantos cacharros guarros la que sufro porque sin lágrimas no hay amanecer. No sale el sol; ¡falso! Siempre asoma, y quiero verlo rígido. Chasco mis dedos con el mango de la sartén. Un violín calla la radio, rápido rayo de cuerdas. Y con el choque del vaso en el escurridor, más violines, y flautas amargas, dos tambores, un saxofón, el piano del basurero, armónicas interpretan el diagrama del frote del agua caliente, con espuma de jabón. ¿Cerraré el grifo? Cuando no vea la basura adherida, y desfile aullando por el desagüe.

Vapor, espuma con agua, mis dedos crujen solos. Empeño en limpiar basura del tuétano. Huele a calor. Sonrío al metal del fregadero. ¡Ya lo observo! Fregadero que sostiene lo negro, esperando al jabón, que confunde al principio, que limpia el recuerdo, y que me acerca los besos de agosto, con el frío empañando la terraza. La radio ya no suena, el partido finalizó. Pero la melodía de violines se escucha clara. Belleza pura de cuerda, organiza al agua caliente, al agua sonrojada, al agua seductora de mis dedos, al agua amarga, al agua de océano en calma. ¡Más espuma! Froto porque quiero, sin firmar acuerdos con cerveza. Menos cacharros mendigando sobre la plata de los pobres, gélidos aires que enmudecen la salida de un nuevo sol. Miro al frente y el mármol abre paso para que observe una sonrisa líquida, un recuerdo que huye del contenedor. Bésame agua, ardan mis labios con tu roce del verano.

Locuras de carretera, cigarro fumado con nervios, latas vacías dobladas en un saco de basura, penas que te escriben cartas de amor, realidad que es sueño; imágenes que arranca el agua caliente, la espuma de jabón. Un vaso, dos, tres, limpio, cuatro, cinco, danzan mojados con deseo. La música de fondo termina, pocas luces de neón observo tras el cristal empañado con mis manos hundidas en fuego de galeones. Silbo el himno de los cubiertos limpios, que tintinean con gotas tibias. Un plato se resiste, froto con orgullo la grasa que resiste atrincherada en el fondo, donde una vez la cuchara rebañó. Mi frente suda por la electricidad; centellas dirigidas a la mugre recorren mis venas, arengan a los dedos, a los nudillos, a las uñas, a la espuma, al violín que ya cesó. ¡Ha salido! La grasa ya no está, el agua se desliza blanca por el esmalte. ¿Ensayamos? Volteo el plato y observo mi mirada de otoño.

Agua caliente, espuma de jabón. Aclaro bayeta, estropajo y miradas al suelo; el grifo está en mis orejas deslizando su oro, como la princesa de mi radio, que toca el violín; ¿o era algún vaso musical? Cierro el grifo, nada en el metal, todo escurrido y reluciente. Sonrío en púrpura, en blanco. Brindemos en un diciembre frío, con un sol estridente y salado, bajo aire frío e indiscreto. Fin de agua, fin de espuma, todo regado en el corazón. Hay calor, ¡lo siento! La basura canta baladas camino de las cloacas, de donde no regresará.

3 comentarios:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

me gusta mucho la comparación del fregadero con tu vida y la necesidad de limpiarlo para seguir adelante. Imagino que será el texto en prosa poética de luna...jajaja

Unknown dijo...

¡¡Premio para el caballero!!

Sí, esto es lo que le voy a dar, espero que no me encuadre como chuliboy de playa o como oficinista gris jajajaja.

Ha sido todo un parto escribir esto.

white dijo...

¿prefieres como maruja madura?