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11 julio 2011

Parpadeos - 67 (Recaudación)




La sociedad de Tortilleros de Madrid se puso manos a la obra una vez se hubo aprobado la ley 58 ANEXO III, en la que cualquier elaboración de tortilla, con o sin ingredientes extras (tales como patata, chorizo, jamón cocido en dados, tomate, pimiento, espárragos trigueros, gambas y setas), debía tener un permiso por la difusión y copia de los originales. Permiso que costaba unos treinta euros conseguirlo. Las multas por incumplir dicha ley superaban los seis mil euros por tortilla, aunque esta fuera un revuelto.

Obviamente, nadie pagó dicha cuota y, amparados en el supuesto que los piratas gastronómicos no copiaban originales con ánimo de lucro si no como medida de supervivencia para no acabar ingresados en el hospital por desnutrición, siguieron cocinando sus tortillas como si nada. La asociación de Tortilleros de Madrid estableció un canon sobre los huevos de poco más de veinte euros.

Hoy en día, las tortillas solo se ven en las películas y en los escaparates de El Corte Inglés con precios imposibles. Nadie paga el permiso para elaborar tortillas; a su vez, los que consiguen huevos de contrabando en el pueblo, no se atreven a batir huevos por miedo a que algún policía los escuche desde la calle y le confisquen la cocina y todo el contenido de la despensa. Los únicos huevos que se comen son los Kinder Sorpresa.

La Asociación de Tortilleros de Madrid se siente orgullosa porque al fin la tortilla es reconocida por el trabajo de quién la cocinó.

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