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25 abril 2008

Vidas en Sueño - 14 (Flying Fingers, parte 34)




No llueve porque la radio no suena, y en parte me alegro, porque he podido salir a la calle y eructar con potencia, tanta que hasta una señora - posiblemente octogenaria, y con ganas de imitar la proeza - no tuvo más remedio que arrodillarse ante mí, bajo cerrada ovación de gala por parte de la parroquia, que curiosa, se tocaba con fantasías imposibles. Y ahí estaba yo, en un batiburrillo del orto, en el alto de un cerezo de abejas golosonas de morbo, ávidas de experiencias excitantes, y sin demasiado dinero con el que poder agasajarme. Era fantástico, inaudito, incluso barroco; sí, barroco, porque sí, porque lo digo yo, y si no vuelvo a eruptar y a cambiar el orden de las cosas, y poner a esa octogenaria placentera a bordo de una nave espacial atestada de ratas de combate y zorros sangrientos, tamañio medio de combate.

"¿Y si me muevo?", pienso mientra veo copular a dos palomas en lo alto de un sombrero de bombín. Lo mejor es que así lo haga, y devolver a esas personas a su rutina, y que el mundo vuelva a ser lo que era, algo en lo que poder columpiarse, bajo arcadas señoriales, y semaforitos de humo y mierda. Muevo un pie, y la anciana venerable se unta de koipe el cuerpo, porque ella así lo cree justo y necesario. Alguien susurrra que eso no es aceite, que es perfume, que quiere llamar la atención y no sabe cómo. Ante la duda opto por dar una voltereta hacia atrás, y entonar algún himno desconocido.

Creo que llego al fin, de la providencia; estoy en el abismo de la consciencia, donde las balas quedan a las seis para tomar el té, y donde los rockeros aman en secreto a Julito Iglesias. El mundo vuelve a girar con normalidad, y las moscas revolotean en lugar de flotar sobre algún líquido invisible. En resumen, el cuento se acaba... ¿dónde coño estaba la princesa? ¿Y el príncpie? Seguro que metido en algún atasco; eso queremos pensar todos, porque si está flirteando severamente con la vecina sería imperdonable, y me obligaría a volver a eructar, con la potencia del acordeón, con la majestusidad del cigarro empapado en vino, del malo.

2 comentarios:

Munones dijo...

Se te ha ido un poco la pinza campeón. Menos fanta naranja en tus venas. En cambio, la frase con que empieza el relato bien podía ser del gran Sabina.

No llueve porque la radio no suena

Grande!!!!

Unknown dijo...

jajaja, pues esa frase no fue sino lo primero que se me cruzó por la cabeza... lo siento Joaquín :-P

Abrazos y arriba el gas de la fanta!!