
Todo el mundo sabía que era una mujer bala; también su nombre: Nikita. Y ella desconocía lo mismo que los demás acerca de su propia vida. Quizá por ello, cada vez que se palpaba la cadena de plata y leía la inscripción tras la medallita se cuestionaba qué cañón le había hecho olvidar el nombre de Andrev, que por lo visto, la quería.
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