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12 junio 2006

Un año más




El pasado viernes 9 el menda añadía un año más en su palmarés, donde siguen como líderes de la clasificación grandes figuras como Sara Montiel y Marujita Díaz, baluartes de la cirugía plástica en el Inserso. Me levanté, y como hago todos los días, lo primero que hice fue maldecir el madrugar, el trabajo y el tener las zapatillas a 30 kilómetros de la cama. Y luego me miré en el espejo; despeinado, con legañas, cara de mala leche,... lo de todos los días. Sabía que era mi cumpleaños por calendario, pues si tuviese que consultar con el espejo siempre tendría la misma pinta de niño mosqueado a las 7 de la mañana.

Y es en ese día donde suelo hacer balance del año, así de guay. Los hay que revisan su año en Nochevieja, pero yo, entre el frío, las doscientas copas de sidra y las prisas por cenar en menos de 10 minutos prefiero reservarme y hacerlo seis meses más tarde. Lo primero de todo me recuerdo que aún no tengo Ferrari ni chalet en la playa, por lo que ése vuelve a ser el propósito del nuevo año: ¡Siempre hay que aspirar a lo máximo! Tras intentar azotarme con fantasías de magnate de las finanzas vuelvo a mi habitación y pienso en las mejoras de mi vida; y este año no ha ido mal; hemos pulido aspectos laborales, he cambiado las ruedas del coche, mantengo mis amistades (al menos no he recibido ninguna paloma muerta en el buzón de mi casa) y todo sigue igual,... ¿Igual? Y no sé si alegrarme o compadecerme de mí mismo; quizá los años explosivos son como las olimpiadas, cada cuatro años.

Tras observar lo aburrido que soy o que he sido me dispongo a vaticinar lo que me depara los próximos 365 días, y oye, no tiene mala pinta; Mundial de Fútbol, nuevos caminos laborales, futuros proyectos de vacaciones, mis locuras literarias, mi plan "vida sana" (con ese nombre más que un plan parece una caja de cereales), etcétera.

Conclusión, que soy un año más viejo y ya está; en esencia sigo siendo el mismo, para bien o para mal, pero al menos puedo presumir todavía que la edad a mí no me afecta.

No quiero terminar este post sin agradecer a todos los que participasteis en mi cumpleaños, bien llamando, bien mandando un correo, bien enviando un sms, bien felicitándome en primera persona, incluso recorriendo tantos kilómetros para verme sonreir. Cómo no, quiero agradecer también a aquellos que han estado este último año en mi órbita vital, compartiendo buenos y malos momentos; gracias a todos, con vosotros el no tener un Ferrari se hace mucho más ameno.

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