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17 diciembre 2006

El rey de las hostias enlatadas




Era un delito, y faltaba a mi sentido de la cordura (el cual muchos dudamos su existencia, yo el primero) si en mi blog no aparecía este simpático, gruñón, barbudo y entrañable amigo, Bud Spencer. El lunes llegué a casa, y miré mi estuche de películas. Allí estaba, "Le llamaban Trinidad" una película de Bud Spencer y Terence Hill, ambientada en el Salvaje Oeste; toda una obra maestra para aquellos que admiramos esas películas de ostias enlatadas. En la película hay golpes, tortazos con la mano abierta, frases "perdona vidas", y una magia que me embrujó durante mucho tiempo.

No es un tipo musculoso, ni atractivo, y mucho menos agradable, pero esa barba de "cazador de osos a guantazos", sus miradas perdidas, sus tortazos con la mano abierta, sus puñetazos en la cabeza, sus frases que pasarán a la historia son su seña de identidad. Mucha gente no entiende como a mis 24 años aún admiro y sigo viendo estas películas, pero menos entiendo yo cómo no le han dado un Oscar a este Señor, a este héroe de película de sobremesa.

Terence Hill y Bud conformaban la pareja ideal; juntos han hecho de vaqueros, de policías, de matones, de cuidadores de animales, de mecánicos, incluso de ligones empedernidos (qué grande la película en la que Bud aparece con traje a cuadros rojos y corbata verde pistacho radiactivo, con un ramillete de flores). Bud es un camaleón, se embute en su rol, el de mamporrero de matones y chulos; muchos cráneos han pasado bajo el puño del amigo barbudo.

Bud, desde la madriguera, y con todos los respetos del gran Chuck Norris, mis más sincero y cálido aplauso por tantos buenos momentos que me has hecho pasar. Eres el rey de la galleta enlatada, y siempre quedarás en el recuerdo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahhh! Que tiempos aquellos en los que veía a Bud dar la tipica torta de palma abierta cuyo eco resonaba más allá del siguiente fotograma. La verdad es que hace muchísimos años que no veo una peli de estos dos grandes mamporreadores.
Un gallifante para ti x recordarme tiempos más sencillos ;)

Anónimo dijo...

Que grandes que eran los dos. Como bien has recordado esos guantazos y ese puñetazo en la cabeza seran siempre miticos.