
No dije que lo sabía. ¿Para qué? Nunca me han gustado las discusiones. Así que seguí comportándome con naturalidad. Ya puestos, me enredé con una compañera de oficina; cenábamos juntos, íbamos al teatro y luego me perdía entre las paredes de su dormitorio.
Varios años después de haberlos observado, agarrados de la mano, a través de la cristalera de una cafetería, en pleno centro de Madrid, mi mujer me lo contó todo. Me pidió el divorcio; yo, anudándome la corbata frente al espejo, intentaba buscar una fecha para celebrarlo con mi amante.
3 comentarios:
Buen intento. Suerte.
Un saludo indio
A ver si tienes suerte :) me ha gustado
A ver qué pasa, aunque no las tengo todas conmigo. El de esta semana no me ha gustado mucho
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