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23 noviembre 2009

Parpadeos - 8 (Celos)




¡Mírala! Otra vez esa maldita zorra se ha acercado a Alfredo. No pierde comba la tía. Es separarse de mí un momento y ya le acecha. Anda que no se le nota a la legua que va detrás de él. ¿Será posible? Le pone la mano en el hombro la muy descarada. ¡Que tiene novia, bonita! Es que me pone negra, te lo juro, con esa sonrisita de mosquita muerta, como si nunca hubiera roto un plato, la muy… Y encima el otro le sigue el rollo. Mira cómo sonríe.
Y claro, dile algo a Alfredo, que te suelta el mismo rollo de que son fantasías mías, que si me quiere a mí, que si sólo hay amistad entre ellos. ¿Pero es que no lo ve el muy idiota? Que te quiere follar Alfredo, ¡te quiere follar!

Hasta aquí llega su perfume; se habrá echado litros de ese líquido. ¡Qué peste! Atufa el bar ella; ¡qué protagonista la tía! Tiene que ir llamando la atención, la muy zorra. Y mira cómo va vestida. Si parece una ramera, anunciándose con esas tetas que se le van a salir del vestido de lo apretadas que las lleva. Y Alfredo, como es así de limitadito, ¡pues venga a mirarle las tetas! Me están poniendo negra. Sí, ¡lo sé! Tengo que calmarme e intentar ver las cosas de forma objetiva. Voy a pensar en otra cosa. A mí esa tía no me va a amargar la noche, y si el tonto de mi novio le quiere seguir dando coba, que se la dé, que se la dé. Me da igual.

Pasan cinco minutos. No lo dice la tía, lo digo yo, el narrador en tercera persona; la narradora en primera persona tuvo que ir al baño a mear, o a cagar, o a hacerse un dedo, ¡qué coño sé yo!
Ya vuelve...

¿SE PUEDE SABER QUÉ ANDAN CUCHICHEÁNDOSE AL OÍDO? Seguro que están quedando para follarse un día, como seguro habrán quedado otras mil veces. ¡El muy cerdo! ¡No puede ser, no lo soporto más! ¡A la mierda con las calmas!

Claudia lleva un rato observándoles, sin prestar atención a la charla del grupo en el que se encuentra. Se levanta de la butaca y se acerca hasta la barra del bar, donde se encuentran Alfredo y María.
-¡Es mío!- aúlla.
Alza su brazo izquierdo y le da una bofetada a María; el cigarrillo que tenía en la boca sale volando por los aires. María cae al suelo, y se escucha el golpe sordo de su cabeza golpeando el reposapiés de hierro. No se mueve.
-¡Es mío!- chilla al mismo tiempo que patea el costillar de María.
Alfredo se pone firme como un soldado y le grita, nervioso. Intenta inmovilizar a Claudia, pero ella se revuelve y se zafa del intento de presa. Agarra el cuello de un botellín de cerveza junto a ella, y lo revienta contra el mármol de la barra.
¡Eres mío!- dice rechinando los dientes.
Su mano sostiene ahora el cuello de un botellín partido en dos, con dientes afilados de vidrio. Alfredo recula mostrando las palmas de sus manos, y ella le clava la botella partida en el vientre. Repetidas veces. Alfredo se desploma en el suelo. La sangre se desliza por los costados.
-¡Eres mío!- rompe a llorar mientras deja caer al suelo el trozo de botella.

3 comentarios:

Achi dijo...

Final trágico mmmm... no sé... no sé... ¡Me encanta! xDDD

white dijo...

Sangre, sangre, sangre...uis qué rica

Anónimo dijo...

Me gusta el comienzo.. pero la reacción es desmesurada... xD

RCP