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27 marzo 2012

Unos buenos libros

Leer es un ejercicio no solo de ocio y de placer, si no un modo de entender la vida, de razonarla, de sacarle punta a todos los recovecos de la mente humana; también, cómo no, una cómoda travesía hacia la escritura. Dicho lo cual, veo incomprensible la inapetencia al leer. Cada libro despliega una forma de entender la realidad tan variopinta que llega un momento en que el desenlace de la novela no te interesa y solo quieres que las páginas no terminen. ¡Al cuerno los finales! Mierda de existencia finita.

Regresando al tema de la lectura, quería aprovechar mi ventana al mundo para expresar la tremenda satisfacción que me están dejando tres libros que he ido leyendo a lo largo de este mes: "El club de la lucha", de Palahniuk; "Las partículas elementales", de Houellebecq; y, actulamente en curso, "A sangre fría", de Truman Capote. Habrá quién les haya gustado estos libros y habrá quién no, pero a mí particularmente me está fascinando. Tres libros que hurgan en la herida hasta sacar a la luz la pus de la sociedad y en donde los personajes se van desnudando sin música de streptease (ni falta que hace) hasta quedarse con sus pesadillas, sus miedos y sus odios como hoja de parra. Desnudos justificados, sin erotismo ni fantasía; porque la realidad es maravillosa tal cual es. Y si no, que se lo pregunten a los norcoreanos, viviendo a la fuerza su "Mundo feliz" en forma de dinastía nuclear-estalinista. Corea del Norte se aburre porque no es real, y de ahí que sus militares sueñen con hongos nucleares y olor a pólvora. Sobre las lecturas, me alegro del orden en que las he ido leyendo y de lo tan buenas novelas que son. Os las recomiendo; las tres del tirón; no es necesario pensar conque es ficción, porque tras todo lo narrado hay una conciencia que respira demasiado fuerte para dudar de si uno está soñando o no.

Quería compartirlo con vosotros. Y aunque no leáis estos libros (ni tengáis intención de hacerlo), pensad, al menos, que papá Cervantes se pone triste cada vez que encendemos la tele, hundimos nuestra miseria en el sofá y usamos los libros como posavasos para la cerveza.

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