Fin de las vacaciones

Pues sí amiguitos, el verano se acabó. Se terminaron esas mañanas de agosto sin atasco, esos 40 grados de rigor a las ocho de la tarde, la playa, la montaña, las mujeres con poca ropa, los mundiales de fútbol y baloncesto, las barbacoas improvisadas, las ferias, los rebujitos, ir en chanclas hasta para cobrar el paro, ir donde quieras cuando quieras a la hora que quieras, y lo más importante, las vacaciones.

A todo cerdo le llega su San Martín, y añadiéndome a esa piara del infierno aquí estoy yo, adaptándome a las exigencias de la rutina. Hoy mismo estaba tumbado en el sofá, con un puñado de planes para no desmoralizarme: clases de inglés, programa de ejercicio, los dardos, afrontar el libro y el blog, dejar de fumar, quemar el plató de "Aquí no hay tomate",... Parecía por momentos el típico optimista alocado: "Faltan cuatro días para que un enorme meteorito se empotre contra la tierra. El mundo va a reventar y todos moriremos de forma agónica, pero no nos vengamos abajo, sonriamos ante la desgracia".

Pero es de imbéciles negar el dominio de la monotonía en nuestras vidas. Es el poder más corrosivo de esta humanidad, que en una sociedad como ésta, a no ser que seas rico y/o famoso y/o colega de Polanco, te toca asimilar. De todos modos, como soy optimista y bastante alocado prefiero ver el lado bueno de esto, y poner esta noche mi primer granito de arena para pasar cómodamente este invierno "de los huevos" (como todos los inviernos "de los huevos"). Y el granito es esto, el blog. Llevaba un mes sin escribir tan siquiera una chorrada (sí, todos pensamos que todo lo que escribo son chorradas), y se me empezaba a ver el plumero: "Otra cosa que Pablo no podrá terminar". Pues lo siento, pero la madriguera del Zorro reabre sus puertas para que entréis cuando os plazca.

Intentaré escribir post cada poco tiempo, con ritmo. De hecho anuncio sorpresa para dentro de muy breve tiempo.

Por el momento me voy a ir a dormir, mañana hay que seguir con el día a día.
Abrazos calenturientos.