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Suena el teléfono de mi mesa de trabajo. Emite un zumbido molesto, que invita más a golpearlo que a cogerlo. Chasco la lengua y suspiro. Descuelgo el auricular y digo "buenos días" con desgana.
- ¿Es el sanatorio mental? – pregunta una mujer con tono mustio, apagado.
Observo a mis compañeros de trabajo, jefes y clientes. Escucho voces y gritos. Contemplo mi reflejo sobre el cristal de la ventana de enfrente. Me coloco de nuevo el auricular en la oreja:
- No señora, pero en ello estamos.
5 comentarios:
Un gran microrrelato!! me ha encantado
Comparto la misma opinión que el de arriba
Muchas veces es así... parece que estamos en una jaula de griyos...
Muchos usuarios no necesitan un informático, sino un psicólogo que pueda resolver sus problemas... es la pura realidad!!!!
RCP
Jajajajaa!! me he identificado!! y es que por intentarlo no es.
Bueno, muy bueno.
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