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04 mayo 2010
Vidas en Sueño - 65 (Entrevista de trabajo)
Son las seis de la tarde, y estoy sentado en un sillón demasiado hondo para mi altura frente al despacho de Claudia Guijarro, la persona con la que he de entrevistarme por una oferta de trabajo. Espero a que su secretaria, que está en una pequeña mesa junto a la puerta del despacho, me dé la orden para entrar. Llevo traje y me molesta la americana; hace calor y siento el sudor descender en frías gotas por mis costados. Hay que aguantar con la americana puesta, a pesar de que no funcione el maldito aire acondicionado. El trabajo es más importante y urgente que el que pase calor. La secretaria sigue tecleando como si no existiera.
Cruje el teléfono de la secretaria: “Lucrecia, haz que pase”. Me levanto con esfuerzo y la regalo una sonrisa. Lucrecia está concentrada en la pantalla del monitor de su ordenador. Llamo a la puerta y una voz aflautada y contundente me invita a pasar. Una vez dentro una mujer de pelo azabache y ojos verdes se incorpora de su silla. Nos damos un apretón de manos como si fuésemos dos viejos colegas. Me ofrece un asiento. Lleva un vestido azul tan apretado que deja entrever sus michelines. Me concentro en sus ojos verdes.
―Gracias por haber acudido a la entrevista de trabajo, Alfredo. Me llamo Claudia y soy la directora de Recursos Humanos.
―Encantado.
―Vimos tu perfil y nos gustó mucho: consideramos que podrías encajar perfectamente en el puesto que ofertamos y en la mentalidad que tenemos en esta empresa.
―Gracias.
―No voy a extenderme un solo segundo contándote a qué nos dedicamos. En nuestra página web viene todo muy bien explicado. Que seamos dos mil o tres mil empleados es algo que seguramente te dé lo mismo. Somos una multinacional, pero me ahorraré el enumerarte los países donde participamos. De nuevo, te remito a nuestra página web.
―Entiendo.
―Vayamos al grano. ―Golpea la mesa con el bolígrafo―. No vas a contarme tu experiencia; es la que viene en el currículum, imagino. Lo que voy a hacer es hacerte unas preguntas y tú las vas a responder con lo que creas que haya que responder; contesta con absoluta naturalidad y de forma espontánea, por muy malo que parezca. No vamos a juzgarte por tus respuestas. Considéralo una especie de test psicotécnico.
―Está bien. Adelante con las preguntas.
―¿Fumas?
―Procuro no hacerlo.
―¿Bebes?
―A veces.
―¿Qué opinas de los pederastas?
―Que deberían encerrarlos de por vida.
―¿Y de los charcuteros?
―Que se afeiten sus bigotes.
―¿Y de los profesores de universidad?
―Que no me gustan sus jerséis a cuadros.
―¿Qué es el sol?
―Algo que calienta las cabezas.
―¿Lentejas o potaje?
―Potaje: trae más cosas.
―¿Te acostarías conmigo?
―No.
―¿Te vendrías de viaje conmigo?
―No.
―¿Por qué?
―No me gusta viajar. Por placer, claro.
―¿Sueles comprar leche?
―No.
―¿Por qué?
―Porque soy alérgico a la lactosa.
―¿Qué es para ti un partido de fútbol?
―Veintidós pares de piernas machacándose entre sí.
―¿Das cigarrillos cuando te lo piden por la calle?
―No.
―¿Pides cigarrillos por la calle cuando no tienes?
―Sí.
―¿Aunque no estés de acuerdo en no darlos?
―Sí.
Claudia ha anotado todo lo que respondí en una libreta. Se aparta un mechón de pelo del hombro y levanta la cabeza. Sonríe. Yo también, porque ella lo ha hecho antes, aunque lo que tengo ganas es de que me diga que la entrevista ha finalizado. Me encañona con sus dos ojos; no consigo apartar la mirada de sus focos.
―Bien. Has contestado con rapidez. ―Repiquetea la mesa con el bolígrafo―. Ahora voy a decirte una serie de palabras y tú has de responder con otra, sin pensar mucho: lo primero que te venga a la cabeza. De nuevo te repito que no has de preocuparte en lo que respondas, porque no se trata de juzgarte moralmente, sino laboralmente. ¿Has comprendido?
―Sí, me queda todo muy claro.
―Empecemos: ordenador.
―Rutina.
―Corbata.
―Italiano.
―Despacho.
―Pozo.
―Recepción.
―Sexo.
―Ludopatía.
―Cerveza.
―Ratón.
―Pulga.
―Canapé.
―Violín.
―Viaje.
―Miedo.
―Impresora.
―Tinta.
―Cenicero.
―Ventana.
―Pájaro.
―Despertador.
―Balón.
―Grúa.
―Mapamundi.
―Diana.
―Multiconferencia.
―Jarabe para la tos. Perdón, dije cuatro palabras.
―No pasa nada. Sigamos: tijera.
―Arteria.
―Jefe.
―Ciego.
―Jefa.
―Embarazo.
―Folio.
―Huracán.
―Vecina.
―Cortinas.
―Nómina.
―Consuelo.
Claudia se calla. Da un par de golpes a su bolígrafo sobre la superficie de la mesa. No aparta sus ojos verdes de mí. Yo solo veo dos ojos; estoy concentrado en ellos. Me sudan las manos. Me aprieta el nudo de la corbata.
―Bien, pues con esto hemos terminado la entrevista. ¿Qué opinas?
―¿De qué, perdón?
―De la entrevista que te he hecho, claro. Di lo que piensas abiertamente.
―Que ha sido original.
―Querrás decir raro, o extraño.
―No, diferente. Generalmente las entrevistas que me han hecho anteriormente rodaron entorno a mi experiencia pasada y mis conocimientos.
―Tienes razón. Lo que pasa es que sois tantos candidatos para el puesto de auxiliar administrativo, y con tan buena experiencia laboral, que tenemos que buscar más allá de vuestros perfiles. Bucear dentro de vosotros.
De repente me imagino a una orca persiguiendo a un grupo de focas mientras se decide a cuál va a atacar. Vuelve a dar otro par de golpes con el bolígrafo y cambia el volumen de voz por uno más alto.
―Bueno, Alfredo, gracias por haber venido. Cuando tengamos una decisión en firme sobre vuestras candidaturas te llamaré por teléfono, sea el resultado que sea.
―A usted por atenderme.
Se levanta de la silla. Yo también. Me extiende el brazo y aprieto con suavidad la mano que me ofrece, sin dejar de perder la concentración en sus dos ojos verdes. Antes de girar y encaminarme hacia la puerta del despacho de Claudia, aparto la mirada de sus ojos y observo la mesa: ahí quedan su bolígrafo y mis respuestas, aquellas que podrían darme el trabajo para aquella multinacional, de la que habré de informarme nada más que llegue a casa y encienda el ordenador portátil. Seis y diez de la tarde. Al cerrar la puerta del despacho observo a Lucrecia teclear sin dejar de atender la pantalla del monitor.
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6 comentarios:
Casualmente iba a subir algo sobre una entrevista de trabajo ayer... ahora me dejas por los suelos jajajajajaja
En fin,,, hace años que nio me paso por tu blog. Ando tan despistada y llena de cosas que hacer que no saco tiempo para nada de nada,. Intentaré no avandonar tanto las cosas.
Un besoteee!!!!
Fíjate lo que son las cosas jejeje. Anda, anda, te voy a dejar por los suelos. ¡Qué tontería!
Me alegra verte por aquí de nuevo :)
Besos!!
Consejitos, no pedidos, pero ya sabes como somos: la parte de las preguntas y las palabras esta genial, muy buena, después de eso, cuando explica porque lo hace sobra, es una entrevista de trabajo, hace lo q le da la gana y la parte en la que le dice que no van a hablar de la empresa y de su experiencia para mi también está un poco de más, me suena muy inverosimil. Y ya una tontería, llamar focos a sus ojos no me ha gustado jejejeje :)
me encantan los diálogos, dignos del mejor niño de los peines.
Buen, muy buen texto.
me encantan los diálogos, dignos del mejor niño de los peines.
Buen, muy buen texto.
Sí, sí, tú critica caballero, que para eso estamos también :)
Lo de los focos queda fatal. Sigo buscando algo para solucionarlo jajaja. En cuanto a lo que dices del principio le echaré una ojeada
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