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“¡Acelera!”, me grita desde el arcén de la carretera, a escasos centímetros de distancia. “¡Aligera, insensato!”, aúlla. Me arrastro sobre el asfalto. No puedo ir más rápido. A lo lejos, una sombra, que poco a poco se va definiendo: un camión. ¡Corre imbécil! Dejo la baba sobre la gravilla. Me retuerzo, intento llegar hasta mi compañero, que tiene un ojo dirigido hacia el monstruo. Se acerca. El firme tiembla. ¡Más deprisa! Apenas le oigo con el bramido del motor. Observo el camión, sus gigantescas ruedas. Olor a goma quemada. Imposible, mi caparazón está en la trayectoria.
4 comentarios:
¿Has cambiado la cabecera? o es que soy más despistada que ese caracol, pobre, a lo mejor patina el camión con la baba.
Besito
Siiii, un amigo me ha hecho una nueva cabecera. ¿Te gusta?
A ver si el caracol queda elegido finalista :P
Hasta he oído crujir la concha... por encima del bramido del motor y todo... jejeje
pobre!!
Sí que me gusta, suerte de amigos que redecoran tu "casa" (¿son de ikea?)
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