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31 julio 2008

Vidas en Sueño - 26 (La máscara del caracol)




Cuando Juliano se despertó su cuerpo aparecía distribuido sobre la cama como si de un muñeco de trapo se tratase; contorsiones imposibles, que ni el mismísimo Budha, tras dos milenios de concentraciones astrales, hubiera sido capaz de realizar. Su brazo izquierdo estaba enredado con el cable de la lámpara de mesa, semi doblado con el codo para fuera en un ángulo perverso; obviamente la lámpara yacía destrozada en el suelo, con la porcelana diseminada por todo el suelo. Su pierna derecha, doblada al máximo a la altura de la rodilla, y el pie jugueteando con los glúteos. La boca, torcida, el cuello en forma de alfa, y los pelos, jugando al Street Fighter con la almohada. Sólo faltaban los gemelos bailando un tango con las orejas.

Todo vino a raíz de un sueño, el cual seguramente provocado por las cantidades ingentes de alcohol y crapuleo de la noche anterior. Se quedó dormido entre vapores etílicos y bilis, y tan sólo sus reflejos permitieron que no se acostase también con su propio vómito. En esos momentos de resaca sólo recordaba figuras difusas, luces de mil colores y un olor como a chóped caducado. Recordaba una mano acariciando su nuca, un tipo vestido de pantera, tres o cuatro charlatanes hablando de la crisis que sufrían los vendedores de mecheros, y un escote que pedía a gritos ser manoseado hasta la saciedad.

Y mientras enumeraba con torpeza todas aquellas imágenes, vino a la cabeza su sueño, con el mismo efecto sorpresa que la mano del párroco Don Pirueto sobre su faz cada vez que le pillaba comiendo ostias consagradas. Ahí estaba, moviéndose en el pozo del recuerdo, un caracol gigante - de unos diez metros de altura - con un sólo ojo, y que en su reptar dejaba una especie de líquido viscoso, a caballo entre la mostaza de hamburguesería y la pomada para los pies. Despedía un tufo a arenque podrido, que bien podría ser mis propias ventosidades en plena vigilia. Aquel monstruo gruñía; pero no como un animal irracional. Eran gruñidos más cercanos al típico abuelo cabreado porque se acabó el vino de garrafa de cinco litros. Y entre gruñido y gruñido, y con bastante destreza la verdad, recitaba Odas de fray Luis de León.

Le perseguía. Aquel formidable molusco le perseguía. Juliano tuvo la impresión de haber huido montado en una cinta de correr, porque fuera al ritmo que fuera apenas se alejaba de aquello. Al final le dio caza, y lo supo al tener sobre su piel aquella asquerosa sustancia de Godofredo - como acabó llamando al enemigo, para darle así más gravedad a la situación - , que le hizo sentirse igual que una rata de vacaciones en la red de alcantarillado.

Antes de despertar del modo en que lo hizo, recordaba que comenzó a ser sodomizado con un pene luminoso. Pero no fue una sodomización cualquiera; sabía que Godofredo ponía cariño en lo que hacía, y que de algún modo quería hacerle sentir indispensable. A pesar de la belleza de sus sentimientos, no pudo evitar sentirse incómodo y agitado; intentaba deshacerse de su presa, pero a cada aspaviento sólo lograba ser más penetrado. Cuando comenzó a notar la perforación a la altura del hígado, se despertó.

Tras recordar punto por punto todo aquello no pudo evitar sentirse sucio, y a su vez arrepentido. Su virilidad se puso en duda; nada más y nada menos que el subconsciente osó obrar así. Decidió que una ducha ayudaría a pasar todo aquel mal trago, y de paso le serviría para desentumecer sus músculos; y porqué no, también una descarga de tuberías sería congruente.

Cuando llegó al baño y vio salir de la ducha a un inmenso cubano, con un parche en el ojo y un miembro del tamaño de su antebrazo, quiso convertirse en albatros, águila, mosca, o algo que fuera capaz de volar por su propia voluntad, y salir huyendo. Y en ese mismo momento, el subconsciente, exigió disculpas.

29 julio 2008

Chuck Norris - otra forma de verlo




Como todo buen seguidor de la Madriguera sabrá, Chuck Norris es uno de los padrinos de este rincón. Inspirador de mil ideas, provocador de carcajadas, efigie de respeto y señorío, y sobre todo alguien que estamos NO conociendo a través de la red friki.

Pues los amigos de la Muchachada Nui le han rendido un sentido homenaje en su sección Celebrities, y la verdad, es justa recompensa.

¡¡Disfrutad el vídeo!!


Vidas en Sueño - 25 (Demora)




Escribo sin contenerme
vidas de vagones revueltos
y miradas opacas.
Lucero en tinieblas,
que malmete sin fantasía.
¿Llegaré?

Ojos perdidos,
solemnes enemigos.
Desean reencontrar el andén
que prometió el alba recuperar.
¿Llegaré?

Suceden intuiciones,
coplas inválidas.
Música de utopía.
¿Llegaré?

Huele a lo mismo
que siempre odiaría.
¿Llegaré?

Se para la noria, la rata palpita.
¡Llegué!

15 julio 2008

Vidas en Sueño - 24 (Fantasía de Junio)



Siento en mi pecho
luz estival, pura poesía,
que tú enlazaste sobre el mimo
y cariño; amante con maestría.

Me apoyo en la noche, contemplativo,
y de mi cigarro la brisa fuma.
Ojos líquidos dibujo en las estrellas,
y tu mirada, sobre la Luna.

Desperezas la sandalia
de esparto y oro.
Calor que ahonda en tus dedos,
de tu sendero soy devoto.

Sal, respira pegasos,
y memoriza el murmullo
de voces que aullan.
Bebe del árbol, amor del más puro.

Persigo nieblas
de canela y soplo.
¿Llegará el mañana?
¿Nacerá el sonrrojo?

Te siento, te respiro.
Escondida entre selvas
te desenvuelves risueña;
sueño dejando atrás maleza.

Y bebo del recuerdo tuyo,
con cercanía,
soñando a cada instante
que en tus labios me perdería.

Vidas en Sueño - 23 (Burgalesa)




Frío en la noche,
zumos que saben a Luna.
Tu rostro de plata sonríe
al espejo que muestra la ternura.

Burgalesa de corazón intenso,
recuerda a qué olían tus pisadas;
a tierra mojada, a serranía,
a escarcha española, a esmeraldas.

Amistad que ofreces con ojos líquidos.
¿Soy de ella justo merecedor?
Ignoro la respuesta. El mar calla,
y de tu libro soy fascinado lector.

11 julio 2008

Romance Sonámbulo (Federico Gª Lorca)




Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.

*

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

*

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

*

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.

*

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

*

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche su puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.



Romance Sonámbulo (Romancero Gitano),
de Federico García Lorca